Después de la supuesta abolición de la esclavitud,
impuesta en el artículo Trece de la Constitución de los Estados Unidos de
América, los estados principalmente del sur, crearon en 1865, los "Códigos
Negros".
Estos fueron creados con el único afán de controlar a los Afro-americanos, y
asegurarse que no reclamarían igualdad social o legal. De ésta manera, serían
considerados "ciudadanos de segunda clase", como menciona Vernellia
R. Randall, profesora en la Universidad de Dayton, en su investigación sobre
"Raza, racismo y leyes".
Entre las prohibiciones que eran impuestas, encontramos la negación del voto,
el no poder testificar contra alguna persona blanca, sus ocupaciones laborales
eran limitados y controlados, la anulación del matrimonio entre razas, separación
de escuelas (blancos y negros), diferente horario de transporte, entre otros.
Después de varios años, se estableció en ciertos estados del país como Texas,
Mississippi y Carolina del Sur, una ley que dictaba que si en el linaje del
individuo se encontraba por lo menos un ancestro africano, a pesar de que estuviera
cuatro generaciones atrás, debía de ser considerado de color, y no sólo se
especificaba la raza en el acta de nacimiento, sino que también eran objeto de
discriminación ante la ley. Práctica que sigue siendo llevada a cabo en algunos
estados y conocemos hoy en día como "hipodescendencia" (Kottak,
1963).
Los Códigos Negros fueron llevados a cabo durante años, hasta que en 1866, los
militares tomaron poder en los estados del sur, y no fue hasta las siguientes
elecciones que se les otorgó a los negros el derecho a votar. Sin embargo, a
principios del siglo 19, comenzó la era de Jim Crow y sus legislaciones
raciales.